martes, 11 de septiembre de 2012

¿Por qué sonríe Salinas?

LOS RISORIOS DE SALINAS



¡Llamen a la ambulancia! Carlos Salinas ha admitido necesitar una intervención quirúrgica de emergencia… ¡que ojala le practiquen sin anestésicos!

Y es que el ex presidente dice traer demasiado rígidos sus músculos risorios –risorius novus, dice la Wikipedia-- que reclaman una “aflojadita”, pues al contraerse juntos, aumentan desmesuradamente el diámetro transversal de su boca, y le provocan tremenda sonrisota al estilo de aquel personaje de cómic conocido como El Guasón.

Así que, por favor, ¿hay por ahí alguna alma caritativa que marque el 066 y pida una ambulancia para el domicilio de Salinas en el pedregalés barrio del Camino a Santa Teresa?

¿O querrá ir a operarse a Houston o a cualquier hospital estadounidense, cual recién fue a tratarse el ahora senador Lujambio, mientras aquí ha millones que tienen que conformarse con el fraudulento Seguro Popular? ¿O a La Habana, porque ya ve usted que esos otros hermanos Castro lo tratan como si también fuera de su famiglia?

“¡Que viva la familia!”, precisamente, fue la exclamación que con su chillona voz lanzó el ex mandatario –dicen las crónicas-- entre apretones de mano y abrazos intensos de los gobernadores del PRI que acudieron a Chetumal para atestiguar el primer informe de labores del mandatario de Quintana Roo, Roberto Borge, quien de milagro no andaba en Europa como espectador de un partido de “pambol”.


Y tras el grito salinesco, la entrevista “banquetera” de rigueur.

— México ya tiene presidente electo, ¿está feliz?

— ¿No se me nota?

— ¿Cómo se siente?

— Voy a tener que hacerme cirugía plástica para quitarme la sonrisa.

— ¿Está feliz?

— ¿No ve la sonrisa?

Así que, urge. Porque, ¡ya basta de que Salinas se siga riendo no con nosotros sino de nosotros!, ¿no cree usted?

¡Ya es suficiente lo que esta familia o también famiglia –el cártel de los políticos priístas-- siga instalada en la felicidad, mientras toda una Nación naufraga entre la desesperación, la depresión y la desesperanza!

¿Por qué sonríe –digamos que hasta babeante-- el señor Salinas? ¿Por el triunfo de Enrique Peña Nieto o porque, ¡finalmente!, los priístas ya consiguieron sacar a patadas –el clásico dixit-- al PAN de Los Pinos? ¿Por qué ya se siente oráculo o factótum al que tendrá que recurrir el todavía presidente electo en los procesos de toma de decisiones? ¿Permitirá Luis Videgaray ser desplazado?

Sonríe Salinas no por el triunfo de sus afines partidarios –iba a escribir ideológicos pero, como mi tocayo Fukuyama, también creo que las ideologías hace ya buen rato fueron sepultadas por los intereses económicos--, sino por la posibilidad de continuar incrementando la enorme fortuna amasada, entre otras cosas, por haberse “robado la mitad de las partidas secretas” que aquellos presupuestos de egresos otorgaban a quienes habitaban Los Pinos.

¿A qué obedece el que Salinas, según su propio dicho, se parezca cada vez más a El Guasón y no a El Acertijo? ¿Será que su propia famiglia ya volvió a integrarse y sus hermanos han vuelto a besarle el anillo y reconocerlo como el Don, tras haberlo acusado de robarles los dineros que también ellos se habían robado? ¿Por eso es que Raúl aparece fotografiado –también muy sonriente-- en cuanta boda, bautizo o primera comunión se celebra en el país? No hay fiesta, de hecho, en la que aquél que nos trajo la leche en polvo contaminada por las radiaciones de aquella catástrofe en Chernobyl no aparezca cual botana, ramo de novia o ropón de recién nacido.

Urge, pues, la operación cosmética para Salinas.

No sería la primera. Ya alguna vez se recortó los apéndices o pabellones auriculares, que lo hacían parecerse al Súper-ratón… también de los cómics.

Parecido, ese sí, para sonreír todos de contento, ¿o no?


http://revistaemet.com/nota/-por-que-sonrie-salinas-/12662

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